La vuelta de la mercantilización en el fútbol: del FPT a la Superliga

La vuelta de la mercantilización en el fútbol: del FPT a la Superliga

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

 Por: Marcos Bertorello y David Soltero

El torneo de Primera División 2016-2017 representó el último capítulo del programa estatal Fútbol Para Todos, que vio su final tras ocho años de existencia. A partir de agosto, el fútbol argentino empezó a regirse bajo el formato de Superliga, con la televisación de los partidos a cargo de las multinacionales estadounidenses Fox y Turner.

Los años del fútbol para pocos. Antes de la implementación del Fútbol para Todos, la transmisión de los partidos estuvo en manos de la señal Torneos y Competencias, socia del Grupo Clarín, que implementó el sistema Pay Per View (pagar para ver) a través de los canales TyC Sports y TyC Max; al calor del neoliberalismo menemista, las privatizaciones y el achicamiento del Estado, el fútbol se transformó en un producto acorde a las lógicas del mercado.

Durante esta etapa (1991-2009), ver los partidos de fútbol pasó a ser una práctica elitista y en un privilegio del que sólo participaba una minoría; la televisación representó un negocio millonario para el sector privado, sobre todo para las señales del Grupo Clarín.  Además de la codificación de los partidos, los goles quedaban “secuestrados” hasta el domingo a las 22 hs.

18 años atravesó el fútbol argentino bajo estos parámetros hasta que, en agosto del 2009, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tomó la iniciativa de hacerse con los derechos televisivos de los partidos y transformarlos en un derecho para todos.

Afectar los intereses de quienes hacían del fútbol un jugoso negocio privado, le valió al programa FPT una lluvia de críticas y descalificaciones de los voceros de los monopolios mediáticos.

La muletilla más utilizada por el discurso mediático y el sentido común era que el fútbol representaba un gasto para el Estado, sin embargo la porción del Presupuesto Nacional destinada al FPT era del 0,01 %; durante los ocho años de duración del programa se invirtieron alrededor de 10 mil millones de pesos. (1)

Los sectores más conservadores estigmatizaron al FPT como pan y circo para el pueblo, no comprendiendo que para los argentinos el fútbol representa más que un juego, es todo un fenómeno social y cultural.

Fútbol para Todos representó una política de Estado que buscó acercar un bien cultural como el fútbol a los sectores históricamente postergados; por otro lado, sus transmisiones tuvieron un rol estratégico como fue la visibilización de diversas campañas sobre salud, violencia de género, etc. También sirvió para dar una batalla por el sentido y como herramienta de disputa de poder al establishment desde el plano de lo simbólico.

Mentiras de campaña. La continuidad del FPT fue otra de las tantas promesas de campaña incumplidas por el presidente Mauricio Macri, que allá por el 2015 perjuró que el Estado nacional mantendría la televisación del fútbol argentino. La finalización del FPT es una parte más del cóctel de ajustes y recortes aplicados por la Alianza Cambiemos desde diciembre de 2015.

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En el marco del retroceso neoliberal que atraviesa Argentina, con el regreso de los discursos y las políticas orientadas al libre mercado, la transmisión del fútbol por la televisión pública no pudo resistir más de un año y medio de gestión macrista.

Un primer paso hacia la privatización fue la concesión que el Estado le otorgó en 2016 a los canales Telefé, América y el 13 para la televisación de los partidos de los denominados equipos grandes. Así, el Estado realizaba la inversión pero el negocio y las ganancias eran para otros.

El principal argumento del macrismo para avanzar con la rescisión del contrato que unía a la AFA y al Estado hasta 2019 fue el alto nivel de endeudamiento que los clubes mantienen con el fisco; sin embargo, las deudas y los números rojos de los clubes encuentran su origen en las malas administraciones de los dirigentes más que en el rol que le tocaba jugar al Estado como garante.

No obstante, esta situación fue aprovechada por el macrismo para dar por terminado el programa FPT este año, pagando 350 millones de pesos a la AFA por la rescisión del contrato y allanar así el camino para el desembarco del sector privado.

El advenimiento de un gobierno neoliberal hace reaparecer el enfoque monetarista sobre el Estado que asimila su rol al de una empresa y, por lo tanto, piensa sus inversiones en términos de gastos; en este contexto, la gratuidad del fútbol cedió lugar a la voracidad del mercado.

La televisación del fútbol nunca fue plenamente gratuita sino que el Estado se encargaba de garantizar ese derecho y acercarlo a los sectores históricamente marginados; a partir de ahora para ver fútbol se deberá abonar entre 800 y 900 pesos de cable más otros 300 del pack fútbol. No sólo seguirá siendo pago sino que ahora el dinero saldrá directamente del bolsillo de cada ciudadano y se transformará en un jugoso negocio para las cuentas de unos pocos.

La privatización del fútbol responde más a una cuestión político- ideológica que a lo económico; con sólo un porcentaje de la renta que el Estado deja de percibir al quitar las retenciones a las exportaciones o eximir de impuestos a las empresas mineras, el fútbol podría financiarse para seguir acercándolo a los sectores populares.

Si se asume que el fútbol es un bien cultural y la pasión más compartida por la mayoría de los argentinos, ¿por qué no asumir la responsabilidad de que el Estado sea quien garantice el acceso a él?

Está claro que la gratuidad del fútbol queda por fuera de la órbita de prioridades de este gobierno, que prefiere invertir sumas siderales en publicidad o en las cuentas de periodistas afines.

Hasta fines de octubre se podrán ver los partidos por el abono de cable básico; este acuerdo del macrismo con las nuevas adjudicatarias no es más que una estrategia electoral de cara a las próximas legislativas. Sin embargo, la alianza Fox -Turner ya tiene todo preparado para la privatización total del fútbol a través de los canales Premium, un símil del codificador de los años ‘90.

Los nuevos-viejos dueños del fútbol. Las cadenas estadounidenses Turner y Fox son dos conglomerados del mercado de las telecomunicaciones que, para quedarse con los derechos televisivos, firmaron contrato con la AFA por cinco años con opción de prórroga por cinco años más, en los que le pagarán 3.200.000 millones de pesos por temporada y otros 1.200.000 millones como garantía.

Cómo el diablo mete la cola: a mediados de 2016, mientras se debatía la futura televisación del fútbol argentino, la empresa Televisión Satelital Codificada (TSC) del Grupo Clarín reflotó un juicio por 7 mil millones de pesos que mantenía contra la AFA desde 2009 por incumplimiento de contrato.

Desde 2010 la causa no había mostrado avances significativos, pero la decisión de Mauricio Macri de rescindir el contrato del Fútbol Para Todos fue la ocasión ideal para que el Grupo Clarín vuelva a meter sus garras en el negocio del fútbol.

¿Cuál fue la estrategia? TSC desistiría de continuar con el juicio a cambio de que la AFA rechazara las ofertas de ESPN y MediaPro y aceptara la propuesta de la alianza Fox-Turner; a nivel local el Grupo Clarín mantiene vínculos con estas dos empresas.

En octubre de 2016 la American Telephone and Telegraph (AT&T) adquirió a la compañía Timer Warner, de la que Turner es una de sus subsidiarias. A su vez, AT&T es dueña de DirecTv, que posee acciones en la empresa Torneos; el Grupo Clarín y Torneos actúan como socias en TSC y Trisa, a las que pertenece TyC Sports.

Todas estas firmas actúan como los tentáculos de un gran pulpo mediático. Ahora desde las sombras, el Grupo Clarín vuelve a apoderarse de un negocio que consolidó su monopolio durante los ‘90.

¿Cómo lo hará? Cablevisión será uno de los grandes ganadores del nuevo formato del fútbol ya que cuenta con el 40 por ciento de los abonados a la televisión paga. A su vez, Fox y Turner pretenden extorsionar con un mínimo de suscripciones al pack fútbol a las pequeñas cableoperadoras agrupadas en la Red Intercable, beneficiando así a los gigantes del rubro como son Cablevisión y DirecTv, ambas ligadas al Grupo Clarín, que en conjunto concentran casi el 70%  del cable. (2)

***

Tebas y el modelo español. La Superliga es el nuevo organismo regulador del campeonato de primera división, que apunta a operar por fuera de la órbita de la AFA, aunque ligada a ella en última instancia; está presidida por Mariano Elizondo, CEO del Grupo Indalo.

Uno de los principales mentores de la Superliga fue el español Javier Tebas; este hombre es el presidente de la Liga de Fútbol Profesional de España, franquicia que maneja los torneos de primera y segunda división en el país ibérico. Mantiene estrechos vínculos con Marcelo Tinelli y durante 2016 actuó como un cuasi lobbysta de la Superliga ante los dirigentes argentinos.

Este nuevo formato apunta a copiar el modelo de las ligas europeas y sobre todo el español, con un fútbol cada vez más desigual donde se fortalece a los dos o tres clubes de mayor envergadura en detrimento de los demás.

La inequidad de este modelo queda de manifiesto al observar, por ejemplo, que desde que se juega bajo este formato en España (1984-2017), el 87 % de los campeonatos han sido ganados por Barcelona o Real Madrid.

El motor que impulsó la creación de la Superliga es el dinero que ingresará por el nuevo formato de televisación; lo que se desprende de aquí es ¿cómo se repartirá la nueva torta entre los clubes? En principio continuaría siendo por categorías donde, obviamente, Boca y River están por encima de todos. Luego se plantean incorporar criterios meritocráticos como los logros deportivos o televisivos, que les otorgan a los equipos más grandes mayores posibilidades de sacar tajada.

Mientras tanto, los clubes de barrio o amateurs siguen siendo ahogados con los tarifazos de luz, agua, gas y transporte; ante este panorama, la Superliga hace reaparecer el  fantasma de clubes como sociedades anónimas, el gran anhelo de Mauricio Macri desde los años en que presidía a Boca.

Derecho para todos o negocio para unos pocos. El fin del FPT y el comienzo de la Superliga marca un contraste entre dos paradigmas culturales y comunicacionales: el deporte como derecho y herramienta de inclusión social; o como mercancía y bien de cambio, con un enfoque monetarista y economicista.

Entre esta disyuntiva se ubica el caso de ParesTv, un canal comunitario de Luján que sigue la campaña de Flandria en el Nacional B y recibió en mayo de este año una intimación por parte TRISA (TeleRed Imagen SA), del Grupo Clarín, que desde el año pasado posee los derechos televisivos de la B Nacional y la B Metropolitana.

ParesTv no posee fines comerciales sino comunitarios: acercarles los partidos de Flandria a la población de Luján y sus alrededores. Apoyados en el artículo 77 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que garantiza el acceso a “contendidos de interés relevantes”, los trabajadores de ParesTv presentaron un amparo en el Juzgado Federal de Mercedes para poder seguir haciendo sus transmisiones.

Mientras la AFA se desentendió de esta puja y libró a las partes a negociar entre ellas, el canal de Luján resiste los embates del monopolio mediático más grande del país, que busca evitar que el caso siente un precedente; la batalla es desigual y los medios para afrontarla también.

En un contexto que avanza hacia la hiper-concentración mediática y al estrangulamiento de los medios comunitarios, este caso pone en tensión dos modelos comunicativos: cooperativismo o monopolización.

Por otro lado, la dialéctica FPT-Superliga no sólo contrasta dos paradigmas mediáticos sino dos modelos de acumulación diametralmente opuestos; uno, donde los derechos se expanden y la riqueza se redistribuye intentando hacer más inclusivo el sistema; otro, donde el pueblo ve un constante avasallamiento de sus derechos y se realiza una transferencia de riquezas y recursos desde los estratos más bajos hacia los monopolios y los sectores concentrados de le economía.

La mercantilización del fútbol va de la mano con el proyecto político y económico de la Alianza Cambiemos que, con un revanchismo histórico sin precedentes, apunta a derribar derechos y conquistas sociales obtenidas en los últimos años por los sectores populares y regresar al país exclusivista de las élites dominantes.

 

1 – Página 12 – Ganadores y perdedores del Fútbol Para Todos (Gustavo Veiga – 3/7/2017).
2 – Informe de Bussines Bureau

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